Elsa, nacida Roa Arias, nunca tuvo miedo

Elsa, nacida Roa Arias, nunca tuvo miedo
DominicanosHoy publica las sentidas palabras de Ramón Colombo en tributo a Elsa Expósito, durante el merecido homenaje que realizó el Colegio Dominicano de Periodistas la noche de este martes 8 de marzo, donde también intervino Juan Bolívar Díaz para recordar a Silvio Herasme Peña, así como familiares y colegas que rememoraron las figuras de estos “dos trabajadores incansables del periodismo dominicano”, portadores de “una concepción ética radical”.

Por Ramón Colombo
Ella misma resumió la razón de todo lo que fue:
 
Dominicana por nacimiento, ciudadana del planeta por decisión personal, pacifista, políticamente anarquista, pero consciente de que los Estados nacionales son un mal necesario para la organización de la sociedad y el progreso humano. Nací en Santiago de los 30 Caballeros el 15 de julio de 1946 y me crié en Villa Francisca, en mi niñez un apacible barrio de clase media baja de Santo Domingo.  Creo en la evolución de las especies, incluyendo la humana. Soy libre pensadora y creyente en Cristo como el hacedor y regente del planeta Tierra -un puntito en el inmenso Cosmos de la Eterna e Inacabable Creación Divina-, respeto cuantas formas de vida existen en mi Tierra y soy amantísima de la libertad, del cuidado de los niños, las niñas, los ancianos y las ancianas, y siempre procuro, hasta donde mis propias limitaciones y defectos me lo permiten, entender los comportamientos humanos y aportar para hacer una mejor sociedad planetaria.
 
Y resumió más aún su visión de la vida con estos versos inspirados por el derrumbe de las Torres Gemelas:
 
Han caído tantas torres
Se han desplomado tantos amores
Y tantos dolores han dejado marcas,
cicatrices, sonrisas y caricias.
Tanto y tanto retornar, volver y seguir.
 
La Eternidad sentada al lado del rocío
viendo mi alma caminar,
a veces trotar, ora correr.
El equilibrio, indetenible,
las muecas, infalibles, impenetrables.
 
Y el animal humano, impertérrito
ausente, vacío, risueño.
El viento, inmutable, leve
Dulzón en sus caricias para mis pensamientos
Mis ideas dolidas,
ansiosas, a veces
pugnando por asaltar las neuronas ajenas
A veces parecen cansarse, pero persisten.
Huelen a eternidad
saliendo de este mi cerebro anciano
Y yo mirando, observando, comprendiendo
Urgida de empatía, en ocasiones.
Siempre, siempre, abierta a insondabilidades.
Aguardando primaveras y sorpresas
Presta a verdades viejas y nuevas
A dolores presentidos, resentidos.
A tus violencias vividas y a sus huellas
dolorosas, calcinantes, mordientes,
Y enseñantes.
Capaces, en sus cicatrices, de curar y de curarte.
Fragua de virtudes
Crisol paradisíaco
Hacedor de hombres y mujeres excelsos,
Intocados, vírgenes,
Como tú en tus esperas
Y en tus rabias.
 
De su padre, Abigail  Roa, cabo de la policía que murió muy joven, apenas conservó un recuerdo difuso de su primera infancia.
 
De su madre Ana Beatriz Arias Expósito, siempre lo recordó todo:
– Como el asesinato en la manigua del General Desiderio Arias, de quien era pariente lejano, le impuso ocultar el apellido Ariaspara no correr su misma suerte con los sicarios de Trujillo, lo que la obligó a quedarse solo con el apellido Expósito.
 
– Sus extenuantes jornadas con la batea y el jabón de cuaba, lavando ropa de guardias y policías, para levantar a los suyos, a pulso con la vida.
 
– Su solidaridad con los vecinos pobres de Villa Francisca, donde Elsa creció oyendo los sones de Ignacio Piñeiro y Miguel Matamoros (¡con razón me sorprendió varias veces ripiando conmigo un buen son!) y los boleros de Toña la Negra y Carmen Delia Dipiní…
 
–         Y, sobre todo, el insistente consejo de la vieja: “Estudia, para que seas alguien y no tengas que ganarte la vida como yo, lavando ropa ajena”.
 
Ese fundamental ejemplo cotidiano; esa vida familiar cargada de sacrificios y principios indeclinables; ese barrio de gente trabajadora, sencilla y solidaria;  esas vivencias primarias en los patios, en la escuela pública, en el parque Julia Molina, en la alucinante avenida José Trujillo Valdez, con su camellón sombreado y sus guaguas de dos pisos, y el teatro Atenas (de matinée a diez cheles y otros dos para el maní) dieron marco a la infancia y adolescencia de esta muchachita flaquita y esmirriada, de cara enjuta,que nadie imaginó llegaría a ser, edificándose a base de valor, una de las mejores y más valientes reporteras de los 12 años más duros que recordar podamos.
 
Y así, en la irredenta calle Caracas, donde Frank Lendor hizo sus primera gárgaras líricas y Marcio Veloz Maggiolo tomó, al doblar en la Jacinto de la Concha, en  el negocio de Flor Cabrera, los primeros apuntes para “Ritos de Cabaret”, Elsa Roa Arias…perdón, Elsa Expósito, nuestra querida “Viejita” de toda la vida (como le pusieron sus compañeros de Ultima Hora, cuando ella apenas contaba 23 años), emprendió un camino que nunca abandonó, pese a mil vientos y mareas: el de los mejores valores humanos; el de la conciencia solidaria con su pueblo y con todos los pueblos; el de la lucha contra la injusticia y el abuso; el de la cultura hasta llegar al verso y el de una carrera periodística en la que vació sus vivencias y sus sueños y en la que no transigió con la mentira ni con la maldad.
 
Para edificarse y cumplir su promesa ante la vieja Ana Beatriz, Elsa emprendió bien temprano la batalla por el conocimiento profundo de su mundo, sus hechos, sus ideas y su pasado. Así, a esta adolescente pobre se le veía abandonar el bullicio de Villa Francisca y sus velloneras para sumergirse en la única biblioteca pública con que contaba la entonces parte alta de Ciudad Trujillo, situada en la avenida Braulio Alvarez, hoy Teniente Amado, donde ella leía todo lo que encontraba en sus anaqueles, que no era mucho, por cierto. Lo demás lo resolvía con el intercambio de libros en la escuela primaria Julia Molina y, más tarde, en la de Peritos Contadores, donde hizo el bachillerato…hasta llegar (ufff!) a la UASD, de cuya Escuela de Comunicación egresó en 1969.
 
Exploró todos los géneros del periodismo en numerosos medios de comunicación, entre estos los periódicos Ultima Hora, El Sol, El Nuevo Diario, Hoy y El Siglo, en varias emisoras y revistas.
 
Se destacó como activista feminista a partir de los años 80, integrándose a las luchas del Cipaf  y otras organizaciones, por el reclamo de respeto a los derechos de la mujer.
 
Y hoy a todos nos duele su partida y todos la recordamos:
 
Como la recuerda Malcom Pavel Bisonó Expósito, su hijo, que ella se fajó a criar solita: “Dio su vida por el amor y la verdad”.
 
Y recuerda también su biblioteca grande (de la que ella sacó el primer libro que él leyó: “El Principito”).
 
Como recuerda toda la música que rodeaba su cotidianidad hogareña, sobre todo de la Nueva Trova.
 
Como recuerda sus consejos:
 
“Más que madre, considérame tu amiga…”
 
“Siempre haz por ti…”.
 
“Lee, antes que ver televisión”
 
“Trabaja para que consigas lo que quieras”.
 
“Prefiere, como yo, mil puñaladas, antes que una mentira”.
 
Como la recuerdan sus hermanos, los del primer matrimoniode doña Ana Beatriz, con Salvatore Abatte: Felipe, Salvador y Germania (su cuarto hermano de madre, Ramón, falleció hace unos años) y su único hermano de padre y madre, Nelson, que compartió con ella muchas vivencias….
 
“Como cuando ella, tres años mayor que yo, se fajaba a las trompadas con quien fuera que abusara de mí. Una vez le dobló los dedos a un grandote que me los había doblado a mí”.
 
“Como cuando ella me partió el labio superior de una pedrada, cuando resistí con terquedad bajarme de un camión del que me podía caer”.
 
“Como cuando encaróde frente a un generalote de los doce años, que pretendía que yo no llegara a General piloto: “¿De dónde saca usted ese rango, si nunca ha hecho el curso de Estado Mayor, como mi hermano?”
 
Y como, en medio de la crisis integral que envilece nuestra profesión, la recordamos sus colegas y amigos a lo largo de tantos años de compartir iras y alegrías, triunfos y derrotas:
 
Juan Bolívar Díaz: “Una trabajadora incansable del periodismo. Minuciosa, de una concepción ética radical”.
 
Altagracia Salazar: “Siempre tuvo más voz que cuerpo. Perdimos eso, su voz”.
 
Brunilda Amaral: “Una mujer transgresora, vertical y escribidora invaluable.¡Nunca vendió  su pluma, ni calló verdades. Era la dignidad y el decoro de mi generación”.
 
Vianco Martínez y José Arias. “Una referencia ética del periodismo dominicano. Su mirada periodística era muy particular y meticulosa”.
 
Como la recuerdo yo mismo:
¡Elsa tenía que ser periodista autentica, para asumir la vida con tan noble pasión! ¡Elsa tenía que cargar un sueño inacabable, para elevar las ideas progresistas que nunca dejó de enriquecer! ¡Elsa tenía que ser muy sensible, para que le llegaran al alma tantos dolores ajenos que asumió! ¡Elsa tenía que ser, como fue, una amiga leal, para ganar en todos los espacios tanta amistad! ¡Elsa tenía que asumir las luchas liberadoras de los pueblos del mundo, para luchar por lo mismo en su país! Y es por todos esos atributos (que durante décadas testimoniamos quienes la quisimos bien) que Elsa Expósito nos deja muy tristes al partir.
Gracias, “Viejita”, por permanecer por siempre entre nosotros.
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